Fue en 1866 cuando un hombre llamado Alfred Novel inventó la dinamita.
Él quería que este invento revolucionario fuera de utilidad para la sociedad, haciendo carreteras, túneles, bases de edificios, etc., pero pronto atrajo las miradas de las naciones por su excelente aplicación en tiempos de guerra. Desde entonces ha sido más usada para destruir que para edificar.
La dinamita es muy poderosa. Puede ayudar y hacer que la vida sea mejor, pero también puede herirle y arruinarle la vida.
De esto podemos deducir que todos tenemos dinamita en nuestra boca que puede destruir o puede edificar. El peor enemigo no es el diablo ni alguien que usted conoce, su peor enemigo está en su boca.
Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. Santiago 1:26. Una lengua sin freno se convierte en un arma mortal, quizá no físicamente, pero si emocional y espiritualmente.
Pero cuando usted descubre el poder que Dios puede poner en su boca, usted verá de una manera muy diferente la vida cristiana. Ese musculo que está en su boca, puede convertirse en dinamita.
Ahora podemos entender porque nuestra mamá nos decía, cuidado con esa boca. Porque lo que yo diga y la manera como lo diga puede hacer bien o puede hacer mal.
Todos hemos sido impactados por lo que nos dijeron en la infancia. A algunos nos hablaron cosas buenas, productivas, edificantes; pero a otros nos hablaron maldición, destrucción, y muerte.
Probablemente usted es una(a) de los que no se han recuperado de los daños causados por la dinamita que les lanzaron en su infancia. Algunos todavía están tratando de reconstruir lo que les fue destruido por lo que alguien les dijo.
Algunos hemos tenido nuevas oportunidades porque alguien nos trajo palabras de esperanza a nuestras vidas.
Probablemente en algún momento usted si es casado ha considerado divorciarse, porque todos los días recibe explosiones, cartuchos de dinamita que explotan en sus oídos y llegan al corazón.
Estos explosivos destruyen la relación matrimonial, la relación entre padres e hijos, todo porque todavía no nos recuperamos de los que nos dijo papá, o mamá, o un hermano, o un familiar cercano.
Y usted todavía lleva eso en su mente y no lo puede olvidar, porque la explosión fue demasiado grande y el dolor fue demasiado intenso.
Por eso Dios inspiró al apóstol Santiago para que tomara doce versos de su libro, para dar la mejor descripción de la lengua, o de la palabra hablada.
El comienza su discusión diciendo en el capítulo 3 verso 1, Hermanos míos, (hablándonos a nosotros) no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.
Esto lo dijo porque todo maestro usa su boca para enseñar, y Él está diciendo si ustedes van a hablar en mi nombre, o de mi o sobre mí, asegúrense que todo en sus vidas está de acuerdo conmigo, porque si no es así recibirán mayor condenación.
En otras palabras, ustedes tienen mayor responsabilidad si me incluyen a Mí en sus conversaciones. Si ustedes se identifican conmigo como cristianos, tengan cuidado con lo que hablan.
Si desea saber más sobre esa dinamita que hay en la lengua, tenemos este pequeño curso Controlando el Poder de la Lengua.