Esta lección cubre la perspectiva bíblica sobre el juego de azar y las numerosas razones para no apostar. Le estamos pidiendo a Dios que este estudio le brinde el deseo, el incentivo y la motivación necesaria para dejar de apostar o para que nunca entre en el mundo de las apuestas o juegos de azar.
Sea poco o mucho lo que usted apueste, probablemente los juegos de azar ya se han convertido en una conducta compulsiva o adicción, por lo tanto, esperamos fervientemente que este estudio, más los recursos recomendados le ayuden a romper estas cadenas que le han atado.
Le recomendamos que busque asesoramiento profesional, pero lo más importante es la necesidad de la dirección y la ayuda de parte de Dios para comenzar y continuar el camino hacia la recuperación. El principio fundamental de Gracia & Verdad es que no nos enfocamos ni juzgamos la conducta de alguien que está atado a cualquier adicción, sino que a través de la Verdad pueda salir de la negación, pero a la vez mediante la Gracia encuentre la compasión y la esperanza para romper definitivamente esa atadura. Solo le pedimos que nos permita ser el instrumento que el Señor Jesucristo va a usar para bendecir su vida.
Ya sea que de vez en cuanto siente la ansiedad por apostar, o simplemente conoce a alguien que está teniendo problemas con los juegos de azar, esta lección le capacitará para ayudarle a esa persona y a otras más.
Las apuestas: Por qué son incorrectas y cómo detenerlas
Este estudio trata dos temas: El juego de azar y la adicción a las apuestas, pero también el impacto de esta conducta en su vida familiar y en su relación con Dios.
Testimonio:
«Mi esposo tenía un compañero de trabajo que todas las tardes después de trabajar iba a jugar con las máquinas tragamonedas en un bar. No solo estaba obsesionado con la esperanza de ganar, sino que estaba tan enceguecido mientras jugaba que podía ignorar todas las necesidades de su familia. Con el paso del tiempo, entró en un ciclo repetitivo, ya que esperaba recuperar sus grandes pérdidas.
Mi esposo trató de sacar a este hombre del bar varias veces, ya que sabía que el día de pago a menudo gastaba gran parte de su cheque de pago. Luego se iba a casa y se enfrentaba a su familia con miedo y angustia. Sin embargo, esto nunca lo detuvo; continuó pidiendo dinero prestado a muchos amigos hasta que estuvo tan endeudado que ya no tenía a quién acudir.
Al final la deuda lo consumió y devastó a su familia y amigos. En ese momento, el hombre no pudo más y se suicidó para acabar con todo. Fue terriblemente triste. Después de su muerte mi esposo también sintió mucha culpa, y se preguntó si podría haber hecho más para ayudar a su amigo. Este es un ejemplo de daño colateral típico. Las adicciones seguidas por suicidios provocan una gran culpa y muchas otras cargas psicológicas sobre los seres queridos».
¿Qué dice la Biblia sobre los juegos de azar?
En esta lección abordaremos los problemas relacionados con el juego que son obvios, tal como gastar el dinero del sustento de la familia y tener una conducta compulsiva. Pero primero, ¿qué hay de malo con los juegos de azar?
La cuestión fundamental es la siguiente:
Cuando una persona gana dinero en las apuestas, es porque otras personas han perdido dinero.
Cuando usted espera ganar significa que espera que otros pierdan. No solo que pierdan una apuesta, sino que pierdan su dinero para que usted pueda ganar probablemente el dinero de la comida de los hijos. En un casino, se puede pensar en términos de que el casino es el que pierde el dinero. Pero ¿de dónde obtiene el casino su dinero? De todas las personas decepcionadas que perdieron su dinero, muchas de las cuales son pobres y juegan desesperadamente, aferrándose a la fantasía de un día «salir de la pobreza». El juego nunca es beneficioso para nadie, es ganar-perder-perder-perder-perder.
Al final, los dueños de las máquinas tragamonedas y de los casinos ya sean en sitio o virtualmente, se enriquecen “legalmente” a costa del dolor de miles y miles que sufren pérdidas, similarmente a los que se enriquecen ilegalmente a costa del dinero de los que están adictos a las drogas, y lo peor de todo, es que en los dos casos los familiares sufren daños gigantescos e irreversibles.
Esto es contrario al gran mandamiento de Dios de amar al prójimo. Después de todo, «el amor no le hace daño al prójimo» (Romanos 13:10). También se nos instruye: «Gozaos con los que se gozan, y llorad con los que lloran» (Romanos 12:15). En otras palabras, Dios quiere que tengamos verdadera empatía por los demás, mientras qué en los juegos de azar, solo se regocija el que gana algo mientras otros lloran y sufren por lo mucho que perdieron. Dios nos dice: «No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Filipenses 2:4). Los juegos de azar están totalmente en contra de esta Palabra de Dios, porque para usted poder ganar algo tendrá que hacerlo mediante el sufrimiento de otros, por lo tanto, nuestra oración es que usted pueda dejar de apostar para que no siga estando en contra de la Palabra de Dios, ni apoyando a la industria del juego.
Los juegos de azar, una explotación legalizada
Pablo escribiéndole a Timoteo en sus dos cartas hace un contraste entre el hombre de Dios y el hombre de los postreros tiempos.
En I de Timoteo 3:3 hablando del hombre de Dios dice que no es codicioso de ganancias deshonestas, mientras que en II de Timoteo 3:1-2, 4 dice que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos… amadores de los deleites más que de Dios.
La creciente manía por los juegos de azar y las apuestas, especialmente en las naciones occidentales, es un ejemplo claro del carácter de los hombres de este tiempo. Hace solo 50 años, la mayoría de los cristianos estadounidenses pensaban que todos los juegos de azar eran malos. Los jugadores tenían que ir a Nevada o Nueva Jersey, pero hoy en día lo pueden hacer en muchos lugares, y peor aún, virtualmente desde sus teléfonos celulares.
Para empeorar la situación, los principios Bíblicos han sido sacados de la sociedad, mientras los gobiernos para aumentar sus ingresos fiscales han legitimado el juego con loterías estatales, carreras de caballos, casino, quinielas, y otras formas de apuestas legales. Esto ha creado el concepto popular de qué “si algo es legal, también es moral y honesto”, lo cual a menudo no es cierto.
Con el boom de las apuestas vienen las consecuencias desastrosas: endeudamiento profundo, depresión, desesperación, robos, hogares destruidos, conductas delictivas, suicidios y muchas otras repercusiones trágicas que afectan a las personas, sus familias y a la sociedad.
¿Una adicción o un pasatiempo?
El problema central de toda adicción es la negación, que consiste en justificar o disfrazar la adicción para que no se vea tan mala, y para muchos las apuestas son solo un entretenimiento más, como cualquier otra actividad o pasatiempo. Pero tomando en cuenta los principios Bíblicos mencionados antes, aquí tenemos que definir todo tipo de apuesta como pecado. Porque las apuestas cumplen con lo dicho por Jesús en Juan 8:34, «De cierto, de cierto os digo que todo aquel que comete pecado es esclavo del pecado«.
Basta con mirar las estadísticas, para saber que un alto porcentaje de jugadores son adictos. Muchos no lo admiten porque están en negación, y lo justifican diciendo que lo hacen ocasionalmente y que las cantidades que gastan son pequeñas. Unos pocos admiten que tienen «algunos problemas», como gastar demasiado dinero, endeudarse más y pasar demasiado tiempo lejos de la familia, pero no será hasta que pierden el matrimonio, sufran una bancarrota o tengan una crisis importante («tocar fondo«), que admitirán que son jugadores compulsivos o jugadores adictos, esclavizado al juego de azar.
Pero sin importar el nivel en cual usted se encuentra, hay una buena noticia en Juan 8:32, Y conocerás la verdad, y la verdad te hará libre.
Los seres humanos somos criaturas de costumbre, cuanto más hacemos algo, más se vuelve una rutina. Un mal hábito conduce a otros, y un mal hábito a menudo se convierte en una adicción psicológica, que es la esclavitud que Jesús mencionó, de la cual Él quiere librarle.
¿Por qué los juegos de azar son tan adictivos?
Primero porque el mismo Señor Jesucristo dijo que no hay nada más cercano al corazón del ser humano que el dinero. Hablando de Dios y las riquezas dijo: Donde esté vuestro tesoro allí estará vuestro corazón. Y cuando no es Dios el tesoro, entonces lo será el dinero; porque es imposible servir a los dos al mismo tiempo.
Mas que la sexualidad, lo más íntimo de una persona es su dinero. Por eso muchos apostadores hacen uso de su dinero como ellos quieren, sin tomar en cuenta a sus cónyuges; “si yo lo gané es mío, por lo tanto, yo tengo todo el derecho a usarlo como yo quiera”.
Por otro lado, entrar en las apuestas es crear una condición que hace que el cerebro ordene la segregación de ciertos neurotransmisores tales como la serotonina, dopamina, adrenalina y noradrenalina. Estas sustancias son las encargadas de calmar la ansiedad, producir placer, aliviar el dolor, y esto es lo que de alguna manera busca el apostador.
Esto lo lleva un círculo vicioso, porque una victoria es una emoción que abre el apetito por otra más, y una pérdida desata el deseo de volver a apostar con la esperanza de recuperar lo que se perdió.
Este es el tipo de apostador que lo hace para ganar, quedando preso de la codicia y desobedeciendo así el décimo mandamiento (Éxodo 20:17).
Codiciar significa desear, pero implica un tipo incorrecto de deseo, como es la codicia. Porque cuando juega, está codiciando el dinero que otros están perdiendo. Realmente es una estafa, ya que no está entregando bienes o servicios a cambio de dinero, sino que quiere recibir mucho dando poco.
Y Pablo dijo que la codicia es idolatría (Colosenses 3:5; Efesios 5:5). ¿Por qué? Porque el deseo por el dinero es más fuerte que su deseo de amar a Dios y ponerlo a Él en el primer lugar de su vida. En otras palabras, el dinero se ha convertido en su ídolo al cual adora continuamente.
Y la Palabra de Dios nos alerta sobre el peligro de estos deseos. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. I de Timoteo 6: 9-10
El amor al dinero y a las cosas materiales, están relacionados con la codicia y, como enseña este pasaje de las Escrituras, es autodestructivo. Una persona es materialista cuando el dinero y las cosas físicas se han vuelto más importantes que las relaciones y los valores espirituales. Por esto la Biblia dice: Es mejor obtener la sabiduría que el oro» (Proverbios 16:16). Y el materialismo puede hacer que usted pierda lo más valioso de todo: ¡la vida eterna!
El juego de azar, un escapismo secreto
Vimos que hay quienes lo hacen por avaricia, mientras que para otros es la manera de escapar al dolor del corazón, producto de traumas del pasado, problemas presentes, relaciones destruidas y muchas cosas más. Aquí también juegan un papel determinante las sustancias neurotransmisoras que vimos anteriormente. El acto de apostar estimula el cerebro para que produzca estas hormonas, que calman la ansiedad, alivian el dolor y producen cierto placer, haciendo que la persona pueda escapar de la realidad por un tiempo tal como lo hacen otros a través del alcohol o las sustancias.
Si este es su caso, entonces necesita la misma ayuda que aquel que escapa mediante sustancias, sexo, pornografía, u otra adicción. Para esto ofrecemos el curso online “Libres por gracia”
¿Qué relación tiene la definición bíblica del amor con el juego?
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? I de Juan 3:16-17
El amor puede definirse como querer «dar» en lugar de querer «recibir». Dios es el dador más grande: «Él da a todos vida, aliento y todas las cosas» (Hechos 17:25). Él es la fuente de «toda buena dádiva y todo don perfecto» (Santiago 1:17). Por lo tanto, Dios quiere que sigamos Su ejemplo y vivamos una vida de generosidad, usando nuestro tiempo, talentos y energía para beneficiar a los demás. Sin embargo, el juego se centra en obtener, no en dar.
Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta. Proverbios 13:11. Este versículo contrasta todos los esquemas de «hacerse rico rápidamente», incluyendo el juego y la obtención de ingresos deshonestamente. Considere también esta verdad: «Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza» Proverbios 28:22. El dinero que se obtiene con rapidez suele desaparecer rápidamente.
La Biblia elogia repetidamente el trabajo duro como noble y clave para el éxito. Vea Proverbios 10:4; 12:11; 21:5; 28:19-20. Dedique su tiempo de manera productiva, por ejemplo, a obtener una educación, trabajar y servir a los demás.
¿Cuál es el legado para los hijos?
Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Deuteronomio 6:5-9
Dios anima a los padres a hacer de la enseñanza una parte cotidiana de la vida. Esto incluye discutir buenos y malos ejemplos del carácter, del entretenimiento y de experiencias personales.
Trágicamente, los malos ejemplos de la vida real son muy fáciles de encontrar. Algunos investigadores consideran que el juego es la adicción de más rápido crecimiento entre adolescentes. La juventud de hoy en día nunca ha visto la vida sin el juego legalizado, lo que lo hace parecer aceptable y bueno. Eventualmente, muchos de ellos serán tentados y presionados por sus compañeros para jugar.
Entonces, ¿qué podemos hacer para guiarlos en la dirección correcta? Los niños necesitan buenos modelos a seguir. Si los adultos no practican lo que predican, sus palabras no servirán de nada. Si no queremos que nuestros hijos sean jugadores, entonces debemos dar el ejemplo.
Pero también, tan pronto comienzan la etapa escolar debemos enseñarles a fondo lo que está mal con el juego (y la típica cultura perniciosa y dañina de los casinos), y enseñarles todas las cosas correctas que deben hacer con sus vidas. No espere a que hayan crecido y se entera que están apostando porque será demasiado tarde.
¿Qué pasa con los juegos de azar privados y las apuestas de una pequeña cantidad de dinero?
La Palabra de Dios es clara en Lucas 16:10-11 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
Aquí hay dos preguntas comunes: ¿Qué pasa si solo colocamos algunas monedas en una máquina tragamonedas «por diversión»? ¿Y qué pasa con un juego privado entre amigos cuando la cantidad máxima que alguien puede perder es muy pequeña? ¿No son estas excepciones inofensivas?
Aquí hay cuatro aspectos que pueden ayudarle a responder estas preguntas:
1. Recuerde lo adictivo que es el juego. Los grandes hábitos generalmente comienzan con pequeños pasos.
2. Este es un asunto de conciencia personal. Hay diferentes opiniones aun dentro del mundo cristiano, pero le animamos a pensar en términos de principios y valores morales. Volviendo al punto anterior, ¿qué va a pasar si un hijo lo ve apostar en casa o en una maquina tragamonedas? ¿Con su ejemplo no sería más difícil de convencerlo de los males que traen las apuestas y los juegos de azar? ¿Por qué no divertirse por obtener una puntuación alta, en lugar de dinero? Le recomendamos que cada decisión que tenga que tomar, pregúntese: «¿Qué haría Jesús en ese momento?»
3. Se trata de ser buenos mayordomos. Debemos partir del principio de que Dios es el dueño de todo lo que hay en este mundo, porque nadie se lleva nada cuando parte para la eternidad; y que nosotros solo somos mayordomos a quienes nos da algunos de sus recursos para administrar.
Entonces cada centavo que recibimos por nuestro trabajo es la provisión de Dios, con la cual debemos ser buenos mayordomos. Tomar solo 25 centavos para apostar, comprar lotería o usarlos en una máquina tragamonedas, es como usarlos para comprar pólvora por diversión, o peor aún, botarlos por la alcantarilla de la calle.
Entonces como vimos anteriormente en Lucas 16:10, sino podemos administrar lo poco, ¿cómo puede Dios poner más en nuestras manos para administrar?
Imagínese que usted le da a su hijo unas cuantas monedas para que compre algún refrigerio en la escuela, y de repente usted se entera que continuamente las bota por la alcantarilla, ¿Le seguiría dando dinero? ¿Pensaría usted que no es tan grave porque la cantidad es muy pequeña comparada con todo lo que usted gana? Igualmente, Dios espera que seamos buenos mayordomos con su provisión.
4. La mala mayordomía es un pecado y trae maldición. Un creyente que usa la provisión de Dios para apostar está trayendo maldición sobre sus finanzas. Y como Acán en el Antiguo Testamento, está llevando anatema (maldición) a su hogar, afectando a toda su familia la cual probablemente sufrirá las consecuencias como pasó con la esposa y los hijos de Acán.
En el libro de Malaquías Dios nos advierte que cuando somos malos mayordomos, tendremos al devorador arrasando con nuestros bienes. Estaremos cerrando las ventanas de los cielos y entonces tendremos que hacer enormes y agotadores esfuerzos para poder sostener las finanzas de la casa. Llevando así a la familia a un estado de sobrevivencia, que consiste en quedarse atascados y obtener a duras penas lo necesario para sobrevivir, y muchas veces sin poder cumplir con el presupuesto de la casa.
Esto no solo traerá escasez en las finanzas, sino que traerá grandes conflictos matrimoniales y una crisis terrible a todo el hogar. Porque toda adicción es una lucha secreta que no tiene salida hasta que la persona toca fondo; en otras palabras, cuando pierde la familia, la salud, los bienes, y se queda solo y sin nada ni nadie, el impacto es tan grande que le saca de ese estado de negación. Lamentablemente muchos logran recuperar su salud física y emocional, pero jamás recuperan lo que perdieron.
Si usted tiene su hogar y está atrapado por los juegos de azar, hoy tiene que tomar una decisión drástica sobre este asunto antes de que sea demasiado tarde.
¿Qué debo hacer para superar mi adicción al juego?
1. Salir de la negación. Debe llegar al punto de reconocer plenamente que tiene una adicción progresiva y, por lo tanto, si esto lo ha estado haciendo en secreto tiene que sacarlo a la luz.
Las adicciones son como los hongos venenosos que crecen en lugares húmedos y oscuros, pero tan pronto se sacan a la luz del sol rápidamente se mueren.
2. Reparar la relación con Dios. Debe comenzar por reconocer que esto que ha estado haciendo es pecado, el cual ha destruido la buena relación con Dios, y que por lo tanto necesita ser perdonado. La buena noticia es que Dios está más deseoso que usted de perdonarle y restaurarle. Dios lo dice claramente: El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13
Busque un momento a solas con Dios y confiésele que usted ha estado disfrazando esto como entretenimiento o pasatiempo, que lo ha estado subestimando o minimizando pero que ahora reconoce que es un terrible pecado, que no solo ofende a Dios, sino que ha traído maldición a su casa y a sus finanzas, pero del cual se arrepiente.
Note lo que dice II de Corintios 7:10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Sabemos que cada que usted ha perdido dinero ha sentido tristeza, pero como dice el texto esa tristeza es del mundo y trae muerte porque esa tristeza es producto del pecado.
Pero hay una tristeza que es producto de reconocer que por nuestro pecado hemos perdido la relación con Dios, y cuando lo confesamos y reconocemos delante de Él, esa tristeza produce arrepentimiento, que es más que simplemente sentirnos mal por lo que hemos hecho. Porque arrepentirse no solo es reconocer el pecado dando un giro de 180º, sino comenzar a caminar en la dirección de Dios alejándonos cada vez más del pecado. Y cuando nos apartamos y alejamos del pecado alcanzamos misericordia, somos perdonados y restaurados.
3. Confesar el pecado a alguien más. ¿Por qué no puedo hacerlo yo solo con Dios? Porque usted ya lo ha intentado. Estamos seguros de que muchas veces le ha prometido a Dios que no lo iba a hacer más y no lo pudo cumplir. Usted no tiene que esperar a tocar fondo, hoy tiene que sacar ese hongo venenoso a la luz para que se muera.
Dios sabiendo que luchando solos entramos en negación y somos vencidos por el enemigo, estableció ciertos principios estratégicos para poder triunfar sobre el pecado, en nuestro caso sobre la adicción a los juegos de azar. Para seguir este plan de Dios usted necesita buscar una persona de confianza y preparada para ayudarle, tal como un pastor, un consejero o un ministro.
El plan para sanar cualquier adicción lo encontramos en Santiago 5:16, Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Note que no dijo que seriamos salvos, sino sanos. Cuando le confesamos nuestros pecados a una persona justa, estamos sacando el hongo venenoso a la luz, y entonces la oración de esa persona nos trae sanidad.
Este proceso lo dejó el Señor porque es la única manera de salir de esa lucha solitaria tratando de vencer a un enemigo más fuerte que nosotros. Eclesiastés 4:12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
La cuerda que le va a sacar de la adicción necesita tres dobleces, usted, la otra persona y Jesucristo. Lo que Dios quiere es que establezcamos un sistema de dar cuentas, no solo a Él sino a alguien más, para que ya no sea el secreto que nos atrapa y destruye poco a poco.
En el paso anterior, el confesarle a Dios fue un acto interior que necesita ser exteriorizado, porque cuando lo confesamos con nuestra boca a alguien más suceden dos cosas: primero tenemos que dejar el orgullo y llenarnos de humildad, y segundo, lo estamos sacando del corazón y entonces deja de ser un secreto. Esto nos da la responsabilidad de darle cuentas a alguien que nos va a acompañar en esta lucha que estuvimos enfrentando solos.
Ahora viene la segunda parte de Santiago 5:16, y es que esa persona va a orar a favor nuestro, y esto es lo que trae la sanidad. Porque hemos creado una alianza de tres dobleces la cual es imposible de romper. Ahora no solo tenemos que darle cuentas a Dios, sino a alguien más que periódicamente nos estará preguntando si hemos estado teniendo victoria o no sobre los juegos de azar y las apuestas.
4. Diseñe un plan de contingencia. Se trata del plan que va a usar para cortar de raíz las posibilidades de volver a apostar. Tiene que identificar los métodos que usa para entregar el dinero a los juegos de azar. Si lo hace virtualmente tiene que borrar las aplicaciones de juegos de azar de su teléfono celular, y bloquear en sus navegadores de internet los sitios donde normalmente entra para jugar o apostar.
Si ha usado su cuenta bancaria, tarjetas de débito o crédito para pagar apuestas, debe cerrarlas o darle acceso a ellas a su cónyuge para que pueda revisar mensualmente sus pagos o retiros por cajero automático.
Muchas de estas acciones suelen parecer demasiado entrometidas en la vida privada, pero este enemigo es tan fuerte que la única manera de destruirlo es dándole golpes certeros, y sin misericordia, ya que él nunca tendrá misericordia para su dinero y mucho menos para su familia. Debe dejar de jugar y abstenerse permanentemente de esto. De lo contrario su comportamiento compulsivo volverá a empezar tan fuerte como siempre. Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio. II de Timoteo 1:7
5. Desarrolle un plan de crecimiento espiritual. Si no ha entregado su vida a Jesucristo, hágalo rápidamente. Porque no hay manera de tener victoria sin El. Esto lo dijo en Juan 15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
¿Quiere llevar una vida fructífera? Tiene que permanecer en Él y Él en usted, porque separado de Él usted no puede hacer nada. Asegúrese que tiene el espíritu de Jesucristo en usted. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Romanos 8:9-10
También necesita desarrollar un plan de oración y lectura de la Palabra de Dios. La Biblia nos recuerda una y otra vez que debemos leer su Palabra, orando y ayunar para obtener Su ayuda y fortaleza. Tenga en cuenta que una de las claves para que Dios responda a nuestra oración es la obediencia a los mandamientos de Dios: Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. I de Juan 3:22.
Aquellos que se arrepientan, pueden ser bautizados y recibir el Espíritu Santo mediante el cual son fortalecidos. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13
Si este estudio no ha sido suficiente le recomendamos nuestro curso online Libres por Gracia. También le recomendamos tener una consejería profesional, un pastor, amigos piadosos y grupos de apoyo.
Una vez que Jesucristo le haya liberado y sanado, experimentará verdadera paz y alegría, llevando bendición a su familia. Que Dios le guíe y le dé la restauración completa de su vida y su hogar.